Gracias
a Dios que llegó el mes de los enamorados. Lo estaba esperando con muchas
ansias y se hacía esperar. Por fin hoy podré decirle a mi esposa que la amo,
que estoy profundamente enamorada de ella. Debí decírselo antes, pero hay que
seguir las tradiciones al pie de la letra, después de todo, los argentinos somos
buenos para seguir tradiciones poco locales.
Pero
claro, ya estaba enamorado desde antes de febrero, pero no se lo quise contar a
nadie… por si las moscas. ¿Cómo reaccionarían los argentinos apegados a las
costumbres si les decía que estaba enamorado… no sé, en julio? Pero ahora sí.
Este es el mes en el que todos nos amamos, todos nos enamoramos, el mes de
perdonar viejas peleas, hacer arrumacos y aumentar las ventas de bombones y
ramos de rosas.
Tengo
un problema de entendimiento, a ver si alguien me puede dar una mano. Este es
el mes de los enamorados, pero el mes del amor es en septiembre. A fin de
cuentas, ¿cuándo se supone que debemos celebrar el amor? ¿En septiembre o en
febrero? Si me enamoro en septiembre (mes del amor), recién en febrero (mes de
los enamorados) del año siguiente le puedo decir a mi pareja que me enamoré y
lo nuestro sería, citando al Paz Martínez, un “amor pirata”. Y si me enamoré en
febrero, debo esperar recién a festejar mi amor en septiembre. Yo me pregunto:
a quién se les ocurren estas cosas. Pero bueno, supongamos que debemos subordinarnos
lo que algún extraño nos impuso, ¿no habría sido más fácil poner dos meses seguidos?
Digo, para facilitar los festejos y las declaraciones de amor. Podría ser así:
Mes del Amor en septiembre y Mes de los Enamorados en octubre. Ah, no, en
octubre, los argentinos festejamos el “Oktober Fest”. Bueno, en febrero el Mes
de los Enamorados y en marzo el Mes del Amor. Ah, no, en marzo los argentinos
festejamos el Día de San Patricio.
Ahora
que lo pienso mejor, el Mes de los Enamorados sí debe ser en febrero por las
vacaciones y el comercio. Durante el año hay más de quince feriados y la mayor
parte en la recta final del año. ¿Qué queda para las vacaciones? ¿Cómo se ganan
la vida los comerciantes en ese ínterin? ¿Cómo se puede dejar una brecha larga
sin un día para alimentar el ocio y las costumbres foráneas que adoptamos por
la simple razón de ser jodones? Claro, si no festejamos días sin sentido para
nuestra cultura, ¿qué imagen le estamos dando al resto de los países?
Para
ilustrar al lector, el Día de San Valentín es una celebración tradicional de
países anglosajones que se ha ido implantando en otros países a lo largo del
siglo XX, en la que los enamorados, novios o esposos expresan su amor y cariño
mutuamente. Se celebra el 14 de febrero. Es decir, un día en el mes. ¿Por qué,
entonces, decimos el Mes de los Enamorados? Pero claro, he aquí otra realidad:
los argentinos no solo adoptamos festividades ajenas a nuestra identidad, sino
también las alargamos por ese espíritu bondadoso y fraterno de estar juntos,
celebrando, tomando y peleando cuando el alcohol nos llega al zapallo. Algo
parecido a la Semana de la Dulzura. Menos mal que no es el Mes de la Dulzura,
sino los diabéticos estarían hasta las manos.
Me
preocupa todo esto. ¿Hasta qué punto se hizo tan impersonal el amor que
necesitamos un mes entero para recordarnos que eso que sentimos por la persona
con la que compartimos la cama, la mesa, la familia y la vida es amor?
Y
el mes que viene llegará el Día de San Patricio que se celebra el 17 de marzo de
cada año para conmemorar el fallecimiento del Santo patrón de Irlanda. Para
ilustrar bien a los lectores, Irlanda queda en Europa, es decir que no es parte
del MERCOSUR. Es decir que nada nos vincula con Irlanda, a menos que tu
apellido sea O’Holligan.
El
Día de San Patricio se celebra a nivel mundial por todos los irlandeses e
incluso muchas veces por gente que no tiene ascendencia irlandesa. Y uno de
esos somos nosotros. Somos los tipos más buenos del mundo: “Si tenés un día
feriado en tu país, nosotros te hacemos la gamba y lo festejamos con vos sin
tener un corno que ver. Seamos aliados, macho, dejame festejar también tu Día
de la
Independencia. Pero antes de adherir te pregunto, ¿qué bebida
suelen tomar ese día?” Sí, como si necesitáramos excusas para eso, ¿no?
Salí
a la calle y preguntale a uno que esté tomando una cerveza con unos amigos el
Día de San Patricio qué sabe sobre la fecha.
Por
un viaje a Bariloche. Tiempo en el aire… ¡Ya!
“Era
un monje argentino que inventó la cerveza”.
Como
nos gusta hacer las cosas por la vía fácil, hoy me discriminan mis propios
vecinos. Nací en Córdoba Capital y viví ahí durante 21 años pero no me gusta
tomar vino, no me gusta el cuarteto ni bailar ni ir a la cancha, no soy hincha
de ningún equipo cordobés, no soporto el calor, no sé dónde queda la calle Rivera
Indarte y ¡Oh por Dios, no tengo la tonada! Por culpa de esas elecciones en mi
vida, soy un cordobés trucho. ¡Wow! no sabía que existiera un cordobés
original. En ese caso, si para algo somos bueno los argentinos es para seguir
los estereotipos y condenar al desviado del rebaño.
Me
estoy acordando de un Día de los Amigos en Córdoba. La idea era festejar en
grupo, pero terminó ganando la consigna universal argentina: “Vamos a un
boliche”. Así que ahí estábamos, un grupo de amigos en un boliche. Dos se
fueron a chamuyar chicas, otros tres se encontraron con compañeros de su
escuela, otros dos desaparecieron y dos nos quedamos en la barra, mirándonos
las caras. Calculo que ese fue mi amigo esa noche. Después de esa vez, nunca
más festejé el Día del Amigo. Ellos ya saben cómo soy. Normalmente los saludo unos
días antes o unos días después. Pero ahora con el Facebook, todas las
conmemoraciones llegaron a un punto tan impersonal (como los cumpleaños) que es
más cómodo ponerle a un familiar directo o un amigo al que llamamos de fierro
“Feliz cumple, que se te cumplan todos tus deseos”, en vez de gastar crédito en
un mensaje o una llamada. Pero, a esta altura sería mucho pedir.
Todos
los feriados ajenos a nosotros han sido instaurados en nuestro calendario para
promover el turismo y como una excusa más para aferrarnos a una botella. Es
decir que si en algún momento inventan el Día Nacional de la Sobriedad , los
argentinos lo celebraríamos tomando alcohol, haciendo una fiesta toda la noche
y armando peleas entre vecinos o la misma familia.
“¿El
día de qué? ¿Sobriedad? Ah, sí, es cierto, este es el Día de la Sobriedad. ¡Feliz día,
sobrino!”
Y
quiero concluir con el Día de los Santos Inocentes. Es ese día en que
acostumbramos a hacer bromar a nuestros conocidos. Un día quise hacer una broma
justa y original, pero nadie me siguió. Mi idea era meternos en el Sector de Neonatología
del Hospital y matar a todos los bebés, luego decirles a las madres: “Que la
inocencia te valga”. Pero entendía las consecuencias de eso. Para ilustrar al
lector: en el Día de los Inocentes se recuerda la matanza de todos los niños
menores de dos años nacidos en Belén, ordenada por el rey Herodes con el fin de
deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret.
Así
es, muchachos: en el Día de la
No Violencia no nos hacemos daño, pero el resto del año sí.
En el Día de los Caídos recordamos a los Ex Combatientes de Malvinas, el resto
del año los ignoramos, como siempre y cuando nos conviene lloramos su causa. En
el Día del Adulto Mayor los recordamos, el resto del año, los dejamos pudrirse
en un geriátrico. Y hoy es el día que publico esta nota y quizá ya no lo haga
más, después de todo, la holgazanería es otra de nuestras virtudes y uno nunca
está exento a ella, sino, ¿qué imagen estaría dando?
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