Tarde o temprano, siempre aparece un ñato que te repite esa
pregunta. Y lo primero que se te viene a la cabeza es que, si sacan el tema, es
que algún "sin-ideas de Jólibud" salió con otra película sobre el fin
del mundo. ¿Efectos especiales?: Muchisisisimos. ¿Argumento?: A medio pelo.
¿Casting?: actor lindo, actriz linda y uno que hace de bufón. ¿Final?: Todos
estaban a punto de morir y cuando pensás que va a estar piola que por fin se
acabe todo, el chico lindo salva el mundo, se besa con la chica linda y el
bufón hace el chiste final. Fundido en negro. Créditos. Fin de la película.
Crítica: ¡Excelentes efectos especiales! Sí, todo joya, pero ¿y el argumento?
Llevate los pochoclos que te sobraron y tratá de no contar el final a los que
están esperando para entrar.
Y esa pregunta retórica es: "¿Qué harías si te
enteraras que hoy es el último día del mundo?"
Esa es la pregunta que alguna vez un iluminado se habrá
hecho para que fuese retórica, no para que alguien la responda. Pasa lo mismo
con la de las cebras, si son blancas con rayas negras o negras con rayas
blancas. A ver, macho, nadie te dijo que te fueras al África a consultarle a
una cebrita si de casualidad era blanca o negra. La pregunta era retórica.
Además, a ningún negro le gusta que le pregunten eso y a los blancos tampoco. Y
no vale esa tonta observación de que es negra porque es de África. Tarzán, “Rey
de la Selva” africana era blanco.
Otra pregunta retórica es la del huevo o la gallina. ¿Quién
vino primero? Tampoco quiere decir que vayas a un gallinero a investigar. Y
tampoco propone el mensaje subliminal de que las gallinas son mamíferos. Nadie te
está pidiendo que montes guardia al lado de una gallina, soportar el aroma y
pispear en el momento del parto y ver qué sale. Era retórica, amigo.
Al igual que la pregunta del fin del mundo (que quizá
ustedes estén esperando que responda de una vez por todas), tu vieja te hizo la
pregunta retórica por excelencia: “Si Juancito se tira a un pozo, ¿vos igual te
vas a tirar a un pozo?”
Los Juancitos que estén leyendo esto, no sientan que su
nombre es corriente, es que siempre son ejemplo en todo. Aunque, cabe destacar
que cuando una madre se enoja, todas sus preguntas son retóricas. Ejemplos:
“¿Sos o te haces?” Es retórica y si acaso se te ocurre responder, cuidá tus
palabras o podrán ser usadas en tu contra. “¿Acaso me viste cara de tonta?”
¡Por Dios y todos los ángeles del Edén, si querés seguir teniendo la dicha de
descubrir lo maravilloso de la vida, no respondás, también es una pregunta
retórica! “¿Cien pesos querés? ¿Qué, soy un banco yo?” No digás “sí”, no digás
“mantenerme es tu trabajo” no digás “y entonces para qué me tuviste”, no digas
“nunca” ni “siempre”. Al menos que quieras seguir disfrutando cada tanto de los
préstamos que te brinde “el banco”. Bueno, no hay respuesta a la del pozo. No
te atrevas a decir alguna, a inventarla para hacerte el macho pistola, porque
el soplamoco que te van a dar (o deberían darte), no va a ser retórico,
créeme... te lo digo yo, por experiencia.
Aquel que leyó a Shakespeare o que vio alguna de las
adaptaciones de “Hamlet”, podrá recordar que, calavera en mano, él se hizo una
de las preguntas retóricas más famosas: “Ser o no ser”. Pero esta no es una
pregunta retórica cuando te la hacés a vos mismo en esos momentos en que te
sentís vulnerable o te carcome una crisis. “Si se quiere se puede”, es la
respuesta a la pregunta interior de “Ser o no ser”. Cantásela a Hamlet, a ver
si le sirve y le ayuda en su dilema.
“Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie cerca, ¿hace
ruido?” Esta es una pregunta retórica de miles de años, que sirve para despejar
la mente y concentrarse. Se la hizo Lisa Simpson a su hermano Bart cuando él se
entrenaba para jugar al Mini Golf. Aunque fuera retórica, Bart le encontró
respuesta. Dijo: “Por supuesto... yiiiiiiihh... ¡Crash!” Sin embargo, no puede
existir el sonido si no hay nadie que lo escuche.
Y en cuanto a la pregunta de rigor, comparto lo que dijo
sobre el tema San Carlos Borromeo: “Si me anoticiaran que mañana mismo se acaba
el mundo, yo seguiría jugando mi partida de ajedrez”. Es una manera respetuosa
de decir que le importa tres pedos el fin del mundo. Porque, seamos sinceros,
hagas lo que hagas, no podrás cambiar absolutamente nada, ni tu destino ni el
de la Tierra.
Así que ya sabés, sé obediente, no averigüés más de lo
necesario y cuando te pregunten sobre qué harías si fuera este el último día
del mundo, decile que hoy no estás seguro, que venga mañana y repita la
pregunta.
Creéme que si al día siguiente sale el sol como si nada, no
te la volverá a hacer y la película premonitoria, habrá fracasado… otra vez.
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