viernes, 15 de junio de 2018

PREGUNTAS RETÓRICAS QUE YA NO LO SON



Tarde o temprano, siempre aparece un ñato que te repite esa pregunta. Y lo primero que se te viene a la cabeza es que, si sacan el tema, es que algún "sin-ideas de Jólibud" salió con otra película sobre el fin del mundo. ¿Efectos especiales?: Muchisisisimos. ¿Argumento?: A medio pelo. ¿Casting?: actor lindo, actriz linda y uno que hace de bufón. ¿Final?: Todos estaban a punto de morir y cuando pensás que va a estar piola que por fin se acabe todo, el chico lindo salva el mundo, se besa con la chica linda y el bufón hace el chiste final. Fundido en negro. Créditos. Fin de la película. Crítica: ¡Excelentes efectos especiales! Sí, todo joya, pero ¿y el argumento? Llevate los pochoclos que te sobraron y tratá de no contar el final a los que están esperando para entrar.
Y esa pregunta retórica es: "¿Qué harías si te enteraras que hoy es el último día del mundo?"
Esa es la pregunta que alguna vez un iluminado se habrá hecho para que fuese retórica, no para que alguien la responda. Pasa lo mismo con la de las cebras, si son blancas con rayas negras o negras con rayas blancas. A ver, macho, nadie te dijo que te fueras al África a consultarle a una cebrita si de casualidad era blanca o negra. La pregunta era retórica. Además, a ningún negro le gusta que le pregunten eso y a los blancos tampoco. Y no vale esa tonta observación de que es negra porque es de África. Tarzán, “Rey de la Selva” africana era blanco.
Otra pregunta retórica es la del huevo o la gallina. ¿Quién vino primero? Tampoco quiere decir que vayas a un gallinero a investigar. Y tampoco propone el mensaje subliminal de que las gallinas son mamíferos. Nadie te está pidiendo que montes guardia al lado de una gallina, soportar el aroma y pispear en el momento del parto y ver qué sale. Era retórica, amigo.
Al igual que la pregunta del fin del mundo (que quizá ustedes estén esperando que responda de una vez por todas), tu vieja te hizo la pregunta retórica por excelencia: “Si Juancito se tira a un pozo, ¿vos igual te vas a tirar a un pozo?”
Los Juancitos que estén leyendo esto, no sientan que su nombre es corriente, es que siempre son ejemplo en todo. Aunque, cabe destacar que cuando una madre se enoja, todas sus preguntas son retóricas. Ejemplos: “¿Sos o te haces?” Es retórica y si acaso se te ocurre responder, cuidá tus palabras o podrán ser usadas en tu contra. “¿Acaso me viste cara de tonta?” ¡Por Dios y todos los ángeles del Edén, si querés seguir teniendo la dicha de descubrir lo maravilloso de la vida, no respondás, también es una pregunta retórica! “¿Cien pesos querés? ¿Qué, soy un banco yo?” No digás “sí”, no digás “mantenerme es tu trabajo” no digás “y entonces para qué me tuviste”, no digas “nunca” ni “siempre”. Al menos que quieras seguir disfrutando cada tanto de los préstamos que te brinde “el banco”. Bueno, no hay respuesta a la del pozo. No te atrevas a decir alguna, a inventarla para hacerte el macho pistola, porque el soplamoco que te van a dar (o deberían darte), no va a ser retórico, créeme... te lo digo yo, por experiencia.
Aquel que leyó a Shakespeare o que vio alguna de las adaptaciones de “Hamlet”, podrá recordar que, calavera en mano, él se hizo una de las preguntas retóricas más famosas: “Ser o no ser”. Pero esta no es una pregunta retórica cuando te la hacés a vos mismo en esos momentos en que te sentís vulnerable o te carcome una crisis. “Si se quiere se puede”, es la respuesta a la pregunta interior de “Ser o no ser”. Cantásela a Hamlet, a ver si le sirve y le ayuda en su dilema.
“Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie cerca, ¿hace ruido?” Esta es una pregunta retórica de miles de años, que sirve para despejar la mente y concentrarse. Se la hizo Lisa Simpson a su hermano Bart cuando él se entrenaba para jugar al Mini Golf. Aunque fuera retórica, Bart le encontró respuesta. Dijo: “Por supuesto... yiiiiiiihh... ¡Crash!” Sin embargo, no puede existir el sonido si no hay nadie que lo escuche.
Y en cuanto a la pregunta de rigor, comparto lo que dijo sobre el tema San Carlos Borromeo: “Si me anoticiaran que mañana mismo se acaba el mundo, yo seguiría jugando mi partida de ajedrez”. Es una manera respetuosa de decir que le importa tres pedos el fin del mundo. Porque, seamos sinceros, hagas lo que hagas, no podrás cambiar absolutamente nada, ni tu destino ni el de la Tierra.
Así que ya sabés, sé obediente, no averigüés más de lo necesario y cuando te pregunten sobre qué harías si fuera este el último día del mundo, decile que hoy no estás seguro, que venga mañana y repita la pregunta.
Creéme que si al día siguiente sale el sol como si nada, no te la volverá a hacer y la película premonitoria, habrá fracasado… otra vez.

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